Suave y ligeramente elástico, el pastel crumble de mochi y calabaza rinde 8 porciones con 20 minutos de preparación, 55 minutos de cocción y un total de 75 minutos. La combinación de harina de arroz glutinoso, puré de calabaza, mantequilla y especias otoñales crea una textura única: tierna por dentro y crujiente en la superficie. Gracias a su humedad natural, se mantiene fresco varios días y puede recalentarse fácilmente sin perder su textura. Perfecto para acompañar un café o compartir en reuniones otoñales.

Pastel otoñal de mochi con crumble crujiente y suave aroma a calabaza
Una fusión perfecta entre lo esponjoso, lo masticable y lo crujiente
El pastel crumble de mochi y calabaza combina dos mundos de la repostería: la textura elástica y ligeramente pegajosa del mochi japonés con el sabor cálido y la cobertura crujiente de un crumble tradicional. Cada porción revela una mezcla de sensaciones —un centro suave, húmedo y flexible rodeado por una capa dorada y crujiente— que invita a disfrutar cada bocado lentamente. La calabaza aporta su dulzor natural y su color otoñal, mientras que la mantequilla, el azúcar moreno, la canela y la vainilla completan el conjunto con un aroma envolvente.
La textura única de este postre lo convierte en algo especial. Su interior, elaborado con harina de arroz glutinoso (mochiko), logra una elasticidad tierna y estable incluso después de varios días. En contraste, la superficie de crumble forma una capa dorada que aporta el punto justo de crocancia y sabor a mantequilla. Todo se equilibra con un aroma a especias otoñales que recuerdan a las tardes templadas y los postres caseros.
Origen e inspiración del pastel
El pastel de mochi con crumble nació del encuentro entre la repostería asiática y la occidental. La base proviene del mochi japonés, símbolo de unión y celebración, mientras que la capa superior se inspira en el clásico coffee cake o en los crumbles europeos. Esta fusión tomó fuerza en lugares como Hawái o California, donde las tradiciones japonesas y americanas se mezclaron para crear postres con carácter propio. El resultado es un pastel contemporáneo, reconfortante y versátil, que une lo mejor de ambas culturas en una sola receta.
La popularidad del mochi ha crecido en todo el mundo, y esta versión con calabaza y crumble es una evolución natural: un postre que celebra la temporada otoñal y la textura aterciopelada que distingue a la harina de arroz glutinoso.
Por qué te encantará esta receta
- Textura diferente y adictiva, entre esponjosa, tierna y ligeramente elástica.
- Sabor cálido y equilibrado, gracias a la combinación de calabaza, canela y vainilla.
- Fácil de preparar, sin pasos complicados ni batidos extensos.
- Ideal para preparar con antelación, se conserva húmedo y sabroso varios días.
- Perfecto para el otoño, acompañando un café o una infusión caliente.
Enfoque sensorial: ingredientes y su papel
- Puré de calabaza: aporta humedad, color natural y dulzor suave.
- Harina de arroz glutinoso (mochiko): responsable de la textura masticable y tierna.
- Mantequilla: equilibra la textura, añade riqueza y crea un crumble crujiente.
- Azúcar moreno: añade notas de caramelo y un tono dorado al hornearse.
- Especias: la canela, la nuez moscada y el jengibre aportan un toque cálido y aromático.
- Vainilla: redondea los sabores y equilibra la dulzura.
Cada ingrediente cumple una función específica. La harina de arroz define la estructura y elasticidad, la calabaza da suavidad y humedad, mientras que las especias y el crumble construyen capas de sabor y textura que se combinan a la perfección.
Variantes creativas
- Versión con chocolate: añade trozos de chocolate negro en la masa.
- Crumble de frutos secos: incorpora nueces o pacanas para más textura.
- Toque tropical: sustituye parte de la leche por leche de coco.
- Versión con jarabe de arce: cambia parte del azúcar por sirope de arce para un aroma más profundo.
- Mini porciones: hornea en moldes individuales o de muffins para presentaciones elegantes.
Cada variación conserva la esencia del mochi: una base suave y elástica que se adapta a nuevos sabores sin perder su identidad.
Conservación y preparación anticipada
Gracias a su alto nivel de humedad y a la estructura de la harina de arroz glutinoso, este pastel se conserva perfectamente a temperatura ambiente durante 2 días o en el refrigerador hasta 5 días. Se puede preparar con antelación y mantener su textura al recalentarlo brevemente en el horno o microondas, lo que devuelve la suavidad al interior sin afectar el crumble. También puede congelarse por porciones, ideal para tener un postre listo en cualquier momento.
La armonía entre tradición y modernidad
El encanto del pastel crumble de mochi y calabaza radica en su equilibrio. Es una fusión entre la dulzura natural de la calabaza y la textura innovadora del mochi, donde cada capa tiene una función sensorial. Es moderno y clásico a la vez, sencillo pero sofisticado. Representa esa repostería que combina técnica, cultura y emoción en un solo postre.
Más que un pastel, es una experiencia de otoño: suave, reconfortante y lleno de contrastes, con el crujido dorado del crumble sobre un corazón fundente y aromático.
- Precalentar el horno a 175 °C (350 °F). Engrasar un molde cuadrado de unos 23 cm (9 inch) o forrarlo con papel de hornear.
- Preparar el crumble: En un bol pequeño, mezclar la harina, el azúcar moreno y la canela. Añadir la mantequilla fría y mezclar con los dedos hasta obtener una textura arenosa con grumos pequeños. Guardar en el refrigerador.
- Combinar los ingredientes líquidos: En un bol grande, batir el puré de calabaza, la mantequilla derretida, la leche, los huevos y la vainilla hasta que la mezcla sea homogénea.
- Incorporar los ingredientes secos: En otro bol, combinar la harina de arroz glutinoso, el polvo de hornear, la sal y las especias. Añadir poco a poco a la mezcla líquida y remover hasta conseguir una masa uniforme.
- Montar el pastel: Verter la masa en el molde preparado y alisar la superficie. Cubrir con el crumble reservado.
- Hornear: Cocinar durante 50–55 minutos, hasta que la parte superior esté dorada y un palillo insertado en el centro salga limpio.
- Enfriar: Dejar enfriar completamente en el molde antes de cortar. Durante este tiempo, la capa de mochi adquiere su textura tierna y ligeramente elástica.
Conservación
Guardar el pastel enfriado en un recipiente hermético a temperatura ambiente hasta 2 días o en el refrigerador hasta 5 días. Para una conservación más prolongada, cortar en porciones, envolver y congelar. Antes de servir, recalentar ligeramente en microondas o en horno suave para recuperar su textura original.
FAQ question¿Qué aporta la textura masticable y en qué se diferencia de un crumble clásico?
La harina de arroz glutinoso (mochiko) contiene alto contenido de amilopectina, que al hornearse gelifica y crea una miga suave y elástica. Un crumble clásico basado en harina de trigo resulta más esponjoso y quebradizo. Aquí el contraste viene de una base tipo mochi húmeda y tierna bajo un cobertor de crumble crujiente y mantecoso.
FAQ question¿Puedo usar harina de arroz normal en lugar de mochiko?
No. La harina de arroz común carece del nivel de amilopectina necesario y produce una textura seca o arenosa. Para obtener el efecto chewy, utiliza mochiko (sweet/glutinous rice flour). Las mezclas etiquetadas solo como “rice flour” no darán la elasticidad deseada.
FAQ question¿Cómo mantengo el crumble crujiente y la base mochi tierna al mismo tiempo?
Enfría el crumble antes de hornear para que la mantequilla fría forme migas definidas y crujientes. Extiende la masa en un molde de 23 cm / 9 inch y hornea a 175 °C (350 °F) hasta que el centro acabe de cuajar. Evita sobrehornear (reseca) y quedarte corto (el vapor ablanda el crumble). Deja enfriar por completo en el molde para estabilizar la capa mochi.
FAQ question¿Qué puré de calabaza funciona mejor: enlatado o casero?
Ambos sirven, pero el puré enlatado sin azúcar es más constante en humedad. Si usas casero, escúrrelo bien para que quede espeso; el exceso de agua vuelve la base gomosa y ablanda la cobertura. Busca una textura similar al puré enlatado para resultados predecibles.
FAQ question¿Se puede hacer sin lácteos o 100 % sin gluten sin perder la textura?
Sí. Sin lácteos: sustituye mantequilla por margarina vegetal u aceite neutro, y leche por bebida de avena o almendra; la masticabilidad proviene del mochiko, no de los lácteos. Sin gluten: la base ya es naturalmente sin gluten; para el crumble, usa mezcla 1:1 sin gluten o harina de arroz fina y, si hace falta, una pizca de xantano para migas cohesionadas.
FAQ question¿Por qué mi capa mochi quedó densa o demasiado gomosa?
Suele ocurrir por exceso de líquido (puré aguado, leche de más), horneado insuficiente (centro sin cuajar) o enfriado cubierto, que atrapa vapor. Solución: puré espeso, mezclar hasta homogeneizar sin sobrebatir, hornear hasta que el palillo salga con migas húmedas, no masa cruda, y enfriar al aire sobre rejilla.
FAQ question¿Cómo conservar y recalentar sin perder el contraste de texturas?
Guarda en recipiente hermético: 2 días a temperatura ambiente, 5 días refrigerado. Para servir, recalienta brevemente (10–15 s en microondas o unos minutos en horno suave) para revivir la ternura mochi y deja reposar 1–2 minutos para que el crumble recupere el crujiente. Para más tiempo, congela por porciones y recalienta tras descongelar para mantener base tierna + cobertura crujiente.
Después de muchos años trabajando con diferentes masas y técnicas de repostería, el equilibrio entre textura y sabor se ha convertido en una prioridad. El pastel crumble de mochi y calabaza nació de esa búsqueda: unir la suavidad elástica del mochi con la calidez del crumble clásico. Cada detalle cuenta, desde el punto justo del puré de calabaza hasta el dorado del crumble, para lograr una textura húmeda y delicada que conserva su encanto incluso al día siguiente.
PEKIS – chef profesional y desarrollador de recetas con más de 25 años de experiencia en cocina y repostería, especializado en gastronomía europea e internacional.
Suave, aromático y lleno de contrastes, el pastel crumble de mochi y calabaza captura la esencia del otoño en cada bocado. La base elástica y húmeda del mochi se combina con el crujiente dorado del crumble, logrando una textura única que envuelve el paladar con calidez. El aroma de la calabaza, la canela y la vainilla se funde con el toque mantecoso del crumble, creando una experiencia reconfortante y casera.
El equilibrio entre lo tierno y lo crujiente es la clave de su encanto. La harina de arroz glutinoso mantiene el interior suave y estable durante días, mientras la capa superior conserva su textura firme y ligeramente caramelizada. Esto lo convierte en un postre ideal para preparar con antelación, ya que su sabor y consistencia permanecen impecables incluso después de varios días.
Más que una simple receta, es un ejemplo de cómo la repostería tradicional y la moderna pueden unirse. La técnica japonesa del mochi se mezcla con el estilo occidental del crumble para ofrecer un resultado sofisticado, cálido y sorprendentemente versátil. Su textura y aroma lo hacen perfecto para cualquier momento, desde un café por la tarde hasta una cena especial.
El pastel crumble de mochi y calabaza es un homenaje a los sabores del otoño, al placer de hornear y al gusto por los pequeños detalles. Una combinación equilibrada que transforma ingredientes sencillos en un postre delicado, cremoso y con un alma crujiente.
Alérgenos presentes en la receta
- Huevos
- Leche
- Gluten (en la harina de trigo del crumble)
Sustituciones para eliminar alérgenos y gluten
- Sustituir la mantequilla por margarina vegetal o aceite de coco.
- Cambiar la leche por bebida de almendra o leche de avena.
- Para una versión sin gluten, usar una mezcla de harina sin gluten o harina de arroz en lugar de la harina de trigo para el crumble.
- Vitamina A: 2800 IU – favorece la visión y fortalece el sistema inmunológico.
- Vitamina B2 (Riboflavina): 0,1 mg – ayuda al metabolismo energético.
- Vitamina B6: 0,2 mg – apoya la función nerviosa.
- Vitamina E: 0,9 mg – protege las células del daño oxidativo.
- Calcio: 50 mg – fortalece huesos y dientes.
- Hierro: 1,4 mg – participa en el transporte de oxígeno.
- Magnesio: 20 mg – regula la función muscular y nerviosa.
- Potasio: 190 mg – contribuye al equilibrio hídrico y la presión arterial.
- Beta-caroteno: 3,2 mg – potente antioxidante que protege piel y ojos.
- Cinamaldehído (de la canela): 0,8 mg – posee propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas.
- Compuestos fenólicos (del azúcar moreno y la calabaza): 1,5 mg – ayudan a reducir el estrés oxidativo y el envejecimiento celular.