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Receta de salsa chimichurri argentina – sabor fresco con perejil y ajo

Cómo preparar una chimichurri perfecta: técnica, ingredientes y sabor auténtico

La esencia de Argentina en una salsa de hierbas frescas y ajo crudo

La salsa chimichurri es una de las preparaciones más representativas de la cocina argentina y uruguaya. Famosa por su sabor vibrante y su textura ligera, esta mezcla de perejil fresco, ajo crudo, vinagre de vino tinto y aceite de oliva virgen extra no solo acompaña carnes a la parrilla, sino que se ha convertido en un condimento universal en la cocina moderna. Su sabor equilibrado entre acidez, frescura y notas picantes la hacen indispensable tanto para asados como para recetas vegetarianas, platos veganos e incluso ensaladas o bowls.

Un origen popular con alma gaucha

El chimichurri nació en las llanuras de Argentina y Uruguay, donde los gauchos, cocineros del campo, lo utilizaban como aderezo para sus carnes a la brasa. Esta salsa cruda, sin cocción, debía elaborarse con ingredientes simples y disponibles: hierbas frescas, ajo, vinagre, sal, aceite y algún tipo de especia. Su sencillez, unida a su potencia aromática, permitió que se convirtiera en un elemento esencial del asado argentino, símbolo de reunión familiar, celebración y tradición.

Con el tiempo, esta receta ha cruzado fronteras y se ha ganado un lugar en cocinas profesionales y domésticas de todo el mundo, transformándose en un comodín versátil y saludable.

La clave está en la calidad de los ingredientes

Aunque los ingredientes del chimichurri son básicos, su éxito depende de su frescura y del equilibrio entre ellos. El perejil debe ser plano y fresco, nunca seco o en polvo. El ajo debe estar crudo y recién picado, ya que aporta un picor penetrante que, con el tiempo, se suaviza en la mezcla. El vinagre de vino tinto añade acidez y ayuda a conservar la salsa, mientras que el aceite de oliva virgen extra aporta cuerpo y suavidad.

El uso de orégano seco, hojuelas de ají rojo y pimienta negra molida refuerzan el carácter de la salsa y aportan capas de sabor que evolucionan con el reposo. En algunas variantes se agregan unas gotas de jugo de limón, que le dan un toque cítrico muy refrescante, ideal para pescados o mariscos.

Textura y técnica de preparación

Uno de los aspectos más importantes de la salsa chimichurri es su textura rústica. No debe ser licuada ni reducida a puré, ya que eso cambia completamente la experiencia en boca. Lo ideal es que los ingredientes estén picados a mano, de forma que cada uno se perciba de manera individual, pero que en conjunto formen un equilibrio armónico.

Primero se deben mezclar el vinagre, el ajo y las especias. Después se incorpora el perejil, y finalmente se añade el aceite de oliva poco a poco, hasta obtener una emulsión ligera. Este orden ayuda a liberar los compuestos aromáticos y garantiza una distribución homogénea del sabor.

Una vez preparada, la salsa debe reposar al menos 20 minutos a temperatura ambiente, aunque muchas personas prefieren elaborarla el día anterior, ya que con el paso de las horas los sabores se fusionan mejor y se obtiene una salsa más compleja y redonda.

Usos contemporáneos y creatividad en la cocina

Tradicionalmente utilizada como aderezo para cortes de carne a la parrilla como el vacío, el bife de chorizo o la entraña, el chimichurri hoy en día se ha transformado en un condimento para muchos otros usos. Es ideal como marinada para pollo, pescado o tofu, como vinagreta para ensaladas, o como salsa para papas asadas, verduras grilladas o arroz integral.

También funciona muy bien como base para sándwiches, para realzar el sabor de wraps, o incluso mezclada con yogur natural para crear una crema para dipear. En la cocina vegana, es uno de los condimentos preferidos por su capacidad de aportar sabor sin necesidad de ingredientes de origen animal.

Posibles variantes y personalización

Una de las grandes virtudes del chimichurri es su flexibilidad. Puedes ajustar cada ingrediente para obtener una versión más picante, más suave o más cítrica. Por ejemplo, puedes sustituir parte del perejil por cilantro fresco, lo que aporta un matiz tropical y va muy bien con mariscos o tacos. El uso de cebolla morada picada muy fina o chalota puede añadir dulzura y suavidad al sabor del ajo crudo.

Si prefieres un perfil más ahumado, puedes incluir una pizca de pimentón ahumado (paprika), y si buscas un toque cremoso, añade unas semillas de girasol trituradas o almendras. Para un chimichurri bajo en grasa, se puede reducir la cantidad de aceite y compensar con unas cucharadas de agua filtrada o jugo de limón adicional.

Ventajas de hacerlo en casa

Preparar chimichurri en casa te permite controlar por completo los ingredientes, evitando aditivos, conservantes o aceites de baja calidad que suelen encontrarse en las versiones industriales. Además, puedes ajustar la sal, el nivel de acidez, la intensidad del ajo y hasta la textura según tus preferencias.

Al hacerlo tú mismo, garantizas un producto más saludable, más sabroso y más alineado con los platos que vas a acompañar. También tienes la libertad de experimentar con sabores de estación, como usar albahaca en verano o menta en primavera, adaptando así tu chimichurri a las distintas épocas del año.

En definitiva, la salsa chimichurri es una preparación viva, adaptable y profundamente ligada a las raíces gastronómicas del Cono Sur, que encuentra nuevas formas de brillar en la mesa contemporánea. Con unos pocos ingredientes frescos y una técnica adecuada, se convierte en un elemento esencial que transforma cualquier plato con su sabor inconfundible.

Ingredientes de la receta
Perejil fresco (finamente picado) 60 g (2 cups)
Ajo (picado fino) 2 dientes
Vinagre de vino tinto 60 ml (4 tbsp)
Aceite de oliva virgen extra 120 ml (½ cup)
Orégano seco 2 g (1 tsp)
Hojuelas de ají rojo 1 g (½ tsp)
Sal marina 4 g (¾ tsp)
Pimienta negra recién molida 1 g (¼ tsp)
Jugo de limón (opcional) 15 ml (1 tbsp)
La cantidad producida por la receta.
Receta para 6 porciones
Instrucciones de preparación
  1. Preparar las hierbas y el ajo: Picar finamente el perejil fresco a mano (no usar licuadora). Picar el ajo de forma muy fina para evitar trozos intensos.
  2. Mezclar los ingredientes secos: En un bol, combinar el perejil, el ajo picado, el orégano seco, las hojuelas de ají rojo, la sal y la pimienta negra.
  3. Agregar la acidez: Verter el vinagre de vino tinto sobre la mezcla seca y revolver para integrar.
  4. Incorporar el aceite: Añadir lentamente el aceite de oliva en hilo, removiendo constantemente hasta lograr una emulsión uniforme.
  5. Paso opcional: Agregar el jugo de limón para mayor frescura, si se desea.
  6. Dejar reposar: Cubrir y dejar reposar la salsa a temperatura ambiente al menos 20 minutos para que los sabores se integren.
  7. Servir y conservar: Usar como aderezo o marinada. Conservar en un recipiente hermético en el refrigerador hasta por 5 días.
Preparación
10 minutos
Cocinar / Hornear
0 minutos
Tiempo total
10 minutos

Mejora tu chimichurri: trucos y ajustes para una salsa única

Cómo adaptar la receta clásica para más sabor, frescura y versatilidad

La salsa chimichurri es una de las preparaciones más emblemáticas del Cono Sur, y su atractivo está en su combinación de ingredientes simples con un resultado intenso, fresco y aromático. Pero como toda receta tradicional, el chimichurri también puede evolucionar y ajustarse sin perder su esencia. Ya sea para intensificar el sabor, adaptarlo a distintas dietas o experimentar con nuevas texturas, pequeños cambios pueden convertir una buena salsa en una chimichurri verdaderamente excepcional.

Ingredientes que transforman el carácter de la salsa

Uno de los aspectos más interesantes del chimichurri es que su perfil de sabor puede variar ampliamente dependiendo del tipo y calidad de los ingredientes utilizados. El perejil fresco sigue siendo la base fundamental, pero puede complementarse con cilantro fresco para un toque cítrico o con albahaca para una nota mediterránea. También se puede agregar menta fresca si se busca una sensación más fresca, ideal para acompañar legumbres o platos veganos.

El vinagre de vino tinto es parte esencial del equilibrio ácido-graso de la receta, pero puede sustituirse con vinagre de manzana para un sabor más suave, o incluso con jugo de limón natural para una frescura inmediata y menos agresiva. Una mezcla de ambos puede aportar complejidad y flexibilidad al perfil ácido.

Incorporar cebolla morada finamente picada o chalotas en escabeche suaviza la intensidad del ajo crudo y añade dulzura, sin modificar el equilibrio general. Para los que buscan más cuerpo y profundidad, una pizca de pimentón ahumado o unas gotas de aceite de sésamo tostado pueden introducir notas tostadas muy atractivas.

El aceite: base de textura y equilibrio

El tipo de aceite es fundamental para la textura y sabor del chimichurri. El aceite de oliva virgen extra de sabor suave es la mejor elección, ya que potencia los ingredientes sin sobrecargarlos. Si se usa un aceite demasiado intenso o amargo, puede dominar al perejil y al vinagre. En cambio, el aceite de aguacate o el aceite de pepita de uva ofrecen alternativas más neutras y saludables.

Para una versión más ligera, se puede reducir la cantidad de aceite a la mitad y sustituirla con agua filtrada o una pequeña cantidad de caldo vegetal frío. Esto mantiene la textura sin añadir demasiadas grasas, ideal para quienes cuidan su consumo calórico.

Ventajas de hacer chimichurri en casa

Preparar chimichurri en casa no solo garantiza un mejor sabor, sino también un mayor control sobre los ingredientes. Las versiones comerciales suelen contener aditivos, conservantes o incluso azúcares añadidos que alteran su perfil original. Al hacerlo tú mismo, puedes adaptar el nivel de ajo, sal, acidez y picor exactamente a tu gusto.

Además, puedes aprovechar productos de temporada o de origen local. Usar perejil recién cosechado, ajo joven, vinagre artesanal o aceite prensado en frío marca una diferencia notable en el resultado final. Estas elecciones también garantizan que el chimichurri sea más nutritivo y funcional.

Errores frecuentes al preparar chimichurri

Uno de los errores más comunes es procesar todos los ingredientes en una licuadora o procesador de alimentos, lo que genera una salsa pastosa y opaca. El chimichurri debe tener una textura rústica, en la que se reconozcan trozos de hierbas y ajo. El picado manual, aunque lleva más tiempo, es esencial para lograr una textura y sabor equilibrado.

Otro fallo habitual es el desequilibrio entre el vinagre y el aceite. Una proporción clásica es una parte de vinagre por dos partes de aceite, pero esta puede variar según el tipo de vinagre y el uso previsto. Si la salsa se va a usar como marinada, puede tolerar más acidez; si es para servir en mesa, lo ideal es una base más suave.

También es importante dejar reposar el chimichurri durante al menos 20 a 30 minutos antes de usarlo. Esto permite que los sabores se integren, que el ajo pierda parte de su agresividad y que las hierbas liberen sus aceites esenciales. Si se prepara con antelación, se recomienda conservarlo en la nevera y sacarlo 10 minutos antes de servir.

Adaptaciones saludables y funcionales

La receta clásica es naturalmente vegana y sin gluten, pero aún se puede mejorar para necesidades específicas. Para personas sensibles al ajo, se puede usar aceite infusionado con ajo en lugar del ajo crudo, manteniendo el aroma sin efectos digestivos. Para reducir el sodio, basta con disminuir la sal y potenciar la acidez con vinagre de manzana o limón.

Si buscas una versión funcional o rica en nutrientes, puedes añadir semillas de calabaza o girasol picadas, que aportan ácidos grasos saludables y textura. También es posible integrar hojas verdes como espinaca baby o rúcula para enriquecer el perfil vitamínico sin alterar demasiado el sabor.

Nuevos usos para una receta versátil

Aunque su uso tradicional es como acompañamiento de carnes asadas, el chimichurri puede incorporarse en múltiples preparaciones. Como aderezo de ensaladas, es una alternativa sin conservantes ni azúcares. También puede mezclarse con yogur natural o hummus para crear dips sabrosos y saludables. Es perfecto para acompañar papas asadas, tofu a la plancha, huevos fritos, o incluso para dar vida a bocadillos vegetarianos.

Otro uso cada vez más popular es incorporarlo como aderezo de bowls de legumbres y cereales, donde aporta frescura, acidez y un punto de picante natural que realza cada bocado. También se puede servir con empanadas, pastas frías o incluso con pan artesanal como aperitivo.

Gracias a su sencillez y flexibilidad, el chimichurri es mucho más que una salsa: es una forma de integrar sabor fresco, intensidad y personalidad a cada plato. Con los ajustes adecuados, puede acompañar cualquier estación del año y adaptarse a cualquier tipo de cocina.

Tamaño de la porción
Valores nutricionales (por porción, aproximados)
Calorias (kcal)
185
Carbohidrato (g)
1.6
Colesterol (mg)
0
Fibra (g)
0.4
Proteínas (g)
0.4
Sodio (mg)
311
Azúcar (g)
0.2
Grasa (g)
20.3
Grasa saturada (g)
2.9
Grasa insaturada (g)
16.7
Grasas trans (g)
0
Alérgenos

Alérgenos presentes en la receta:

  • No contiene alérgenos comunes. El ajo puede provocar sensibilidad en personas con intolerancia a FODMAP.
  • No contiene gluten.

Sugerencias para eliminar alérgenos y gluten:

  • Sustituir el ajo por aceite infusionado con ajo para conservar el sabor sin los efectos FODMAP.
  • Asegurarse de que las especias y el vinagre sean certificados sin gluten, especialmente para personas con enfermedad celíaca.
Vitaminas y minerales

Vitaminas y minerales por porción (valores aproximados):

  • Vitamina K: 240 µg – esencial para la coagulación sanguínea y la salud ósea
  • Vitamina C: 8 mg – fortalece el sistema inmunológico y protege contra el estrés oxidativo
  • Vitamina A: 410 UI – importante para la visión, piel y función celular
  • Hierro: 1 mg – necesario para el transporte de oxígeno en la sangre
  • Potasio: 90 mg – regula la presión arterial y la función muscular
  • Calcio: 40 mg – favorece la salud ósea y dental
Contenido de antioxidantes

Antioxidantes por porción (valores aproximados):

  • Luteolina (presente en el perejil): 1,1 mg – con efectos antiinflamatorios y protectores celulares
  • Oleocantal (presente en el aceite de oliva): 2,5 mg – con propiedades antiinflamatorias similares al ibuprofeno
  • Flavonoides (de hierbas y ajo): 3 mg – contribuyen a la inmunidad y reducen el daño oxidativo
  • Alicina (presente en el ajo): 5 mg – antimicrobiana, favorece la salud cardiovascular

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